Saliamos de una discoteca de Rosario. Estábamos allí y no en Buenos Aires porque este fin de semana habíamos decidido juntarnos muchos amigos de Córdoba, Buenos Aires, Santa Fe y como no, de Rosario. Era de noche, casi amaneciendo. Era una noche fría, húmeda. Yo salía acompañado. Fuimos hacia el coche, que nos esperaba en la puerta del lugar. Me dijo que no podía, y yo le ofrecí mis servicios, y aceptó. Quizá fue el alcohol, las cervezas, las risas anteriores,...quizá fue la noche, estar en el momento adecuado en el lugar apropiado. Quizá fue sólo un capricho del destino. Quién sabe. En el trayecto, seguían las risas, los guiños, se notaba amor en el ambiente. Ya hacía un tiempo que nos conocíamos y era nuestro primer viaje juntos. Ya había estado en mi casa, pero esta vez yo me quedaba en la suya.
Conforme nos acercábamos a la casa, aumentaba la tensión. Sabíamos lo que iba a pasar. Sabíamos que significaban esas luces. Nos miramos...fue una mirada seria, de las que transmiten mucho sin decir nada. Pero a la vez fue una mirada tranquila, relajada, teniamos confianza en nosotros mismos. Poco a poco el coche se fue deteniendo, disminuyendo progresivamente la velocidad, hasta que quedó inmóvil al lado de la acera. Yo estaba preparado. Nunca lo había visto pero me lo habían contado. Sabía que si estaba tranquilo, todo saldría bien. Era mi primera vez...mi primer... control de alcoholemia.
Sí amigos, era el coche de Javi y yo conducía porque él iba "tocado". Además venian en el coche Kai (alemán) y Tomás, el dueño de la casa donde nos alojábamos. Las cervezas habían hecho estragos entre la población del garito y yo, como de costumbre, no había bebido más que medio vaso si llega. El policía me paró, y yo, diligentemente le mostré mi carné internacional de conducir. Suerte que lo llevaba encima, porque normalmente lo dejo en casa. Se quedó un poco peplejo al principio, ya que no debe haber visto muchos. Tras comprobar que era legal y correcto, procedió a hacerme la prueba de alcoholemia.
- Abra el soplador de la bolsa, colóquelo sobre el agujero pequeño tome aire y sople. - Recitaba el policía, ya casi de memoria.
- Fiiuuuuuuuuuuuuuuuuuu -Soplé, cual lobo derribando la casa de los cerditos, sabiendo que ganaría aquella batalla.
- Siga, siga, siga, siga, siga, siga...basta. El máximo legal es 0.5. Usted ha dado.... -comprueba el aparato- 0.0. Disculpe las molestias. - Finalizó el agente de la autoridad.
- Master! - Interrumpió Javi, con sus dialecto de Temperley. - ¿Sabe si el estacionamiento de ahí delante está abierto toda la noche?
- Un segundo que voy a preguntar. - Contestó el policía.
Javi y yo nos miramos perplejos. No es nada común que la policía camine media cuadra para preguntar si un negocio está abierto, y vuelva media cuadra para comunicarnos sus hallazgos.ç
- Sí, está abierto. Echen las luces para que salga a abrirles.
- Gracias, maestro. - Respondí, con cierto deje callejero.
Y así fue. Mi primera vez. Sin dolor. Con éxito. Como los grandes.
5 comentarios:
Mi primera vez fue en Utebo. Justo después de las fiestas, un encuentro entrañable con la magestuosidad de la benemérita. Tuve suerte de que la cocacola que me tomé no fermentó en el estómago. También 0.0.
jajajaja...
que bueno el post!!
un saludico, majiico!
yo aún estoy por tener mi primera vez...pero optaré por él método niña tonta, como cada vez que me para la policía...
Parece que no pero ya son unas cuantas las multas que me he ahorrado..
Y estoy segura de que yo también seré 0.0
Un beso
EL PUTO AMO!!! A NO!!!! EL ZOMBI MASTER!!!
Muy bueno el post, pakito!
Igual, para los que te conocemos, no hubo misterio...
=Þ
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