Cuando oía hablar de Sarajevo me la imaginaba medio derruida, a causa de la guerra y la postguerra, pero una vez llegamos allí nos dimos cuenta de que la parte vieja es hermosa. Tiene un aire a ciudad turca (lo digo sin haber estado en Turquía todavía) debido a sus calles estrechas y empedradas, teterías, restaurantes a pie de calle. La verdad es que me gustó mucho, y además es una ciudad bastante barata (por 4 Euros comes bien en un restaurante normal). Allí estuvimos descansnado y conociendo la ciudad, y una semana después me separé de los chicos para ir a Belgrado en tren (ellos seguían en bici hacia el sur).
En el compartimento del tren encontré a dos couchsurfers así que nos pasamos el viaje tocando la guitarra, hablando, leyendo...fueron 10 horas pero se hicieron amenas. Al llegar a Belgrado me alojé en 3 casas distintas, de las cuales una era de una couchsurfer que había conocido en La Haya hará un año. Belgrado es una ciudad imponente, con calles anchas y de precios parecidos a Sarajevo (aunque un pelín más caro). Este tipo de ciudades están "bien" pero no me llaman mucho la atención. Es una ciudad al estilo europeo. Vale. Pues eso. Sin embargo la gente me trató bien y tuve la oportunidad de ir a un pueblo al "Festival de la Judía". Literlamente cada grupo de amigos / asociacion se montaba su stand donde cocinaba en un caldero un buen potaje de judías. Me puse hasta arriba de comer y conocí a los amigos de mi host, donde pude palpar el auténtico ambiente de un pueblo de Serbia.
Desde Belgrado cogí un vuelo a Holanda, donde dejé la bici junto con el resto de cosas que tengo todavía allí y recogí el Amazon Kindle (un lector de libros electrónico) que había comprado por Internet. Ejercicio por lectura. Estoy contento con el cambio :D. Pasé una semana allí viendo a unos cuantos amigos, haciendo un asado, y volviendo a recordar lo feo que es el clima holandés. De ahí volé otra vez a Belgrado para seguir continuando el viaje hacia el sur. Cogí un tren a Skopje, Macedonia donde viaje con unos noruegos majetes y al llegar fui alojado por Greet, una belga enamorada de los balcanes, que estaba alojando también a Sergio y Lechu.
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