Llegamos a El Calafate, que es un pueblo situado en la provincia de Santa Cruz. El pueblo en sí no tiene nada, pero está rodeado de maravillosas atracciones turísticas como es el "Parque Nacional de los glaciares".
Nada más llegar, nos fuimos directos al Hostel, que para mi desgracia, era de Hosteling Internacional. Tenía unas 40 habitaciones y había un montón de gente. Al llegar, nos encontramos con unos amigos irlandeses que habíamos conocido en el Chaltén. (Hablo en plural ya que todavía estaba viajando con Christine, de EE.UU). Al día siguiente, nos encontramos con Ezequiel (Buenos Aires, estuve en su casa) y con Baska (Polaca, estuve con ella en Buenos Aires y en Bariloche), y compramos el ticket para ir a ver el glaciar "Perito Moreno" esa misma tarde. El glaciar es impresionante, es una masa de hielo enorrrrrrrrme atrapada entre montañas. Relamente es algo fantástico de ver. Allí nos montamos en un barquito que te acercaba a la cara sur del glaciar, desde donde se podían tomar buenas fotos. Hubiera estado bien hacer las excursiones de escalada en hielo, pero son un poco caras y hay que controlar el presupuesto.
Ese mismo día, fuimos los 4 a cenar con Matías, un Couchsurfer que aloja en Calafate, y estuvimos en su casa con algunos de sus amigos, compartiendo experiencias y alguna que otra cerveza. Matías es un tipo grande, que vive con Martín, y que han entrado en CS hace poco. Son muy buena gente y tienen un corazón enorme. Con gente así, da gusto alojarse.
Al día siguiente, ya bastante cojo, salimos hacia Puerto Natales, en Chile, que está muy cerca de las Torres del Paine. Yo iba aun sabiendo que no podría ir a andar por la montaña, ya que necesitaba renovar mi visado (dura 3 meses, y cuando está a punto de expirar hay que salir del país y volver a entrar para que te den otros 3 meses más). Una curiosidad sobre la frontera chilena es que no se puede entrar comida no-manufacturada. Es decir, nada fresco, ni fruta, ni carnes ni nada que no esté envasado, creo que por problemas con la fiebre aftosa. Pasé una noche en Puerto Natales y al día siguiente me volví para Calafate. En ese autobús, se me debió caer el móvil en algún momento y no me di cuenta, asi que perdí mi teléfono. Además, no encuentro mi copia de seguridad de los teléfonos...Cuando llegue a España buscaré bien a ver. Ese día no conseguí un autobús para volver a Buenos Aires, así que tuve que hacer noche allí. Como no tenía donde dormir, esperé a que Matías volviera de su trabajo y fui a su casa. El caso es que no encontraba la casa, e iba andando con la mochila por las afueras de Calafate a las 11 de la noche sin saber si podría dormir bajo techo, ya que Matías no había leído mi email. Tras una hora dando vueltas, por fin la encontré, y me presenté en su casa para la sorpresa de los que allí estaban. Me alojaron sin ningún problema, y al día siguiente me levanté para tomar el autobús. Matías, me regaló un libro que acababa de terminar como regalo de despedida, y yó le regalé a cambio un libro del matemático argentino Adrián Paenza.
40 horas de autobús después llegaba a Buenos Aires, donde fui alojado por Ezequiel (aunque él aún estaba en la Patagonia). Y aquí acaba mi aventura patagónica. La conclusión de esta experiencia es que es un viaje impresionante, con paisajes excepcionales, aunque localizados. El resto de la patagonia es inmensamente aburrida, monótona y vacía. Pero eso sí, lo que hay, vale el viaje.
Cuando hayáis cortado el último árbol, contaminado el último río y pescado el último pez, os daréis cuenta de que el dinero no se puede comer. Proverbio de los Indios Cree
2 comentarios:
alaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!! pero qe gonitooo! qe paisajee por dios!
menos mal que al año qe viene tengo el viaje fin de carrera y llevamos pensado ir a la parte sur de argentina =)!
disfruta d tus diicas n mañolandia...!
un bsito perraka
muy bueno el proberbio!!!
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